
DENOMINACIÓN: Casa Dos Piedras o Casas de Markus y Ditte
AÑO: 2004/05
LOCALIZACIÓN: Zona Rural Los Pinos, Colonia, Uruguay (34°26’08.6″S 57°13’55.8″W)
MODALIDAD: Concurso privado (para estudiantes de Facultad de Arquitectura – Udelar) – 1º Premio
PROYECTO: Rafael La Paz
DIRECCIÓN OBRA: 1º Etapa: Arq. W. Gonzalez, 2º Etapa: Rafael La Paz
DIMENSIONES: 440 m2 (casa: 400 m2, atelier: 40 m2); terreno 5 hectáreas.
FOTOGRAFÍA: Markus M.(fotografías área)
ILUSTRACIÓN Y ANIMACIÓN: Serasketch (Sara Taglialatela)
MAS INFO:
NOTAS:
Una Arquitectura contemporánea anacrónica
Rafael La Paz
La propuesta para el concurso fue surgiendo de una secuencia de “imágenes-recuerdos”, ya que todavía, cuatro años después, estaban muy presente los recuerdos del viaje de estudiante que había realizado en el año 2000 y que me había permitido durante 9 meses visitar la arquitectura de 27 países de los cuatro puntos cardinales. También, en el momento del concurso, recordaba que el arquitecto uruguayo Vilamajo, en la misma época en que Le Corbusier buscaba construir su manifiesto, construyó su casa propia a puro recuerdos y emociones de viajes pasados. Desbordado de imágenes-recuerdos me faltaba un algo que ordene, o que contenga, esas imágenes; decidí ir a la zona donde se construiría la casa y en la soledad del paisaje de arena y juncos deambule hasta dar con un par de piedras. Al jugar con ellas apareció la imagen-madre, el lugar desde donde saldrían a voluntad aquellas imágenes acumuladas en el viaje, pero también, el lugar desde donde surgirían esas construcciones locales, muchas de ellas perteneciente a la vida rural del «interior» uruguayo, que se habían incrustado en mi imaginación mucho antes del viaje. Una casa, dos volúmenes o dos piedras, una grande (casa) y una pequeña (atelier). Y como si esas piedras fueran descendientes del Aleph de Borges (cuento que no paraba de leer en esos días) las hice girar hasta dejar salir de ellas todos los recuerdos posibles: calles medievales, casas con patios, casas romanas con impluvium, casas rurales de la zona con pisos de ladrillos, bancos de casas antiguas, las casas blancas del mediterráneo, las arquitecturas no ortogonales de los 90, las villas simétricas de Andrea Palladio, las casas de Barragan en México, las arquitecturas náuticas uruguayas, las arquitecturas del cuento El Inmortal de Borges….Pero esas imágenes-recuerdos se iba seleccionando de acuerdo a un deseo: más que la de proyectar una casa “especial”, quería arribar al diseño de una casa cómoda, donde el tiempo-vida transcurra, y en ese transcurrir cotidiano poder palpar, entre otras señales, los fantasmas de las arquitecturas recordadas. Las dos piedras solo serían el comienzo de un proceso de diseño que sería abierto y que principalmente desvariaría entre recuerdos. Esa no obsesión, y entender el proceso creativo como un devenir de tensiones, que día a día, sin mirar atrás, se va abriendo a nuevas posibilidades, pienso que fue lo que permitió que el proyecto haya tenido una plasticidad en la realidad, principalmente durante la construcción, mayor de las que yo esperaba mientras jugaba mientras preparaba el concurso. Pienso que la proyecté sin la menor preocupación de que sea elegida como el proyecto ganador a construir, primaba más la necesidad de articular un modo personal de pensar la arquitectura domestica, y sus espacios cotidianos, como sueños habitables (incluida la variantes pesadillescas) cruzados por ventiscas surrealistas, etéreas y matéricas, y por fantasías románticas; una arquitectura contemporánea anacrónica. Cada vez que vuelvo a ella, es volver a un lugar que ya ha dejado de ser «la casa que diseñé» para transformarse en un rincón del mundo, donde sin darme cuenta, atravieso un umbral, el cual nunca puedo definir exactamente donde se ubica, para entrar y observar que la realidad se parece a una mochila que uno puede dejar en la entrada.